SU HISTORIA ....
Después de 1487, Málaga experimenta cambios importantes en su trazado urbano. Se abre un eje longitudinal al que se añade otro transversal, en sentido noroeste-suroeste, cruzándose ambos en la "Plaza de las cuatro calles", luego Plaza Mayor de la ciudad. Las transformaciones más profundas tienen lugar en la mitad meridional, donde la apertura de la calle Nueva permite enlazar la mencionada plaza con la Puerta del Mar. En el cabildo celebrado el primero de julio de 1.489, se acordó delimitar el ámbito de las cuatro colaciones o parroquias en que debía dividirse la ciudad y se nombraron algunos miembros del Concejo, para que, en unión del repartidor Francisco de Alcázar y del Provisor del Obispado, efectuasen dicha demarcación y repartiesen los feligreses entre aquéllas. Estas cuatro parroquias estarían bajo la advocación de Santa María, Santiago, Los Mártires y San Juan, y estarían relacionadas con las principales puertas de la ciudad. La de Los Santos Mártires fue una de las cuatro parroquias instituidas en la ciudad a partir de 1.505.
LA IGLESIA PARROQUIAL
Aunque la tradición sitúa la fundación en 1.490, el documento de este hecho data del 21 de diciembre de 1.491y no se levantó utilizando una de las mezquitas de la ciudad sino completamente nueva desde los cimientos dejando la Reina Católica en su testamento la considerable cantidad de 100.000 maravedíes legados a título de limosna para su construcción, cantidad que no pudo hacerse efectiva hasta 1.515. La parroquia fue erigida en 1.505 por el Arzobispo de Sevilla D. Diego de Deza y confirmados sus privilegios por el obispo Ramírez Villascusa de Haro en 1.510.
La primitiva iglesia sería en su origen sería una iglesia gótico mudéjar de arcos apuntados, mucho más pequeña. La realización de las naves, capilla mayor y sacristía fue llevada a cabo en 1.519 por el alarife Juan Rodríguez.
Las referencias documentales nos indican que las obras de la primitiva iglesia se cubrieron en 1.519, al contratarse la ejecución de una armadura de madera cubierta al exterior con tejado de teja a dos aguas. Esta armadura es mudéjar de lazo, que ha quedado oculta bajo la bóveda barroca que hoy vemos, pero es posible observar por un registro del tejado. Fue esta Iglesia la primera que eligió el Obispo y Cabildo de la Catedral para realizar la procesión de las Letanías, cada 25 de abril, el día de S. Marcos Evangelista.
Puesto que la iglesia se levantó completamente nueva desde los cimientos, provisionalmente se utilizó para los servicios parroquiales la ermita de San Sebastián, situada en la Plaza Pública, que fue en algún tiempo su Ayuda de Parroquia. Se tienen noticias de que en las últimas décadas del s. XVI ya se celebraban actos religiosos en sus altares. Lo que hace pensar que no debió tardarse mucho en su edificación.
El lugar elegido para el emplazamiento de la iglesia, muy próximo a la muralla de la ciudad, no fue quizá el más adecuado por las corrientes subterráneas de agua que habrían de afectar a la cimentación. El ámbito de la parroquia abarcaba la zona occidental hasta lo que será Puerta Nueva y su Ayuda de parroquia fue desde 1.642, la iglesia de San Pablo.
Los nobles, muchos de los cuales vivían en otras provincias españolas, contaban con propiedades ubicadas en las calles más importantes, que generalmente tenían una gran superficie y elevadas rentas. Como mínimo tenían un patio, contando las más importantes con dos. Solían hacer esquina a dos calles, dando su fachada principal a la más importante. En su interior, distribuido en dos y hasta tres plantas, abundaban las habitaciones y contaban con portal, zaguán, bodegas, corrales, caballerizas, pajares, cocinas, despensas, fuentes con agua corriente, tonelera, comedores, capilla privada, galerías y torre mirador.
En esta parroquia tendrían casas principales grandes propietarios como, el Marqués del Vado del Maestre, D. Francisco de Córdoba, Laso de la Vega, Pacheco y Portocarrero, cuyas posesiones se situaban en la calle del Agua o de San Buenaventura, en la plazuela del Vao y en la calle de la Gloria. El conde de Miraflores poseía una casa principal en la calle de Los Mártires y los Sres. Del Deán y Cabildo eran propietarios de numerosas viviendas en varias calles de esta parroquia tales como calle del Agua, Pozos Dulces, Los Mártires y Santa Lucia. También se encontraba en el área de Los Mártires el Colegio de S. Telmo, parroquia personal para alumnos y personas de la plantilla laboral. Su templo era el Sto. Cristo.
En total el número de casas de la colación de Los Santos Mártires era de 1.242, ocupando uno de los primeros puestos en número de casas por parroquia. El cementerio o cripta funeraria de la parroquia de los Mártires abarcaba una extensión ante toda la fachada principal y la rodeaba por el lado de la torre llegando hasta la capilla siguiente a la puerta lateral, por lo que los dos accesos a la iglesia debían realizarse a través del cementerio, lo cual no era excepcional en esta época. Además esta iglesia contaba con capillas funerarias particulares para los más pudientes como la del converso Rodrigo Álvarez de Madrid atestiguada por una lápida en la nave lateral izquierda.
Esta parroquia además contaría con numerosos objetos de culto y retablos, un ejemplo es el retablo que Juan Bautista Vázquez realiza en 1.563 para doña Isabel Dalbo, esposa del Regidor Juan Contador, primer contacto del escultor con la ciudad.
En el año 1.680 hubo un gran terremoto que provocó el hundimiento de 379 casas de esta parroquia y que otras 788 resultasen muy dañadas.
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La Torre
Esta torre fue construida por el maestro Bartolomé Pérez como atestiguaba la inscripción que aparecía sobre ella y que Medina Conde cita en las "Conversaciones Malagueñas" de la siguiente forma:
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Según Amador de los Ríos, tenía un pilar rectangular, corpulento y macizo en el centro, con una columna de granito con capitel toscano en cada uno de los ángulos, lo que da idea, de que el maestro Bartolomé Pérez se inspiró directamente en el tipo de torre-alminar. Descripciones antiguas nos hablan de que en el exterior de ésta, había hermosas pinturas.
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Ampliación, reformas y restauraciones
En 1.567 un grave incendio destruyó la torre y parte de la iglesia, lo que hizo que se cerrara al culto, pero la reconstrucción se hizo con gran rapidez.
Del año 1.589-1.590, existe un contrato entre un albañil y D. Rodrigo de Cisneros, en donde se hace alusión a la capilla de enterramiento que mandó construir en la iglesia de los Mártires. Una de las condiciones que recoge el contrato es que se encale, y otra que se colocasen en las pechinas dos escudos de armas. Sin embargo, no menciona el material en el que se realizaron, ni emplea el término pintura, aunque por otros ejemplos del siglo XVIII podría tratarse, lo más probable, de pintura mural. La obra costó 200 ducados. El terremoto de 1.680 vino a causar nueva ruina necesitando de nuevo obras de refuerzo. Pero fue en el siglo XVIII cuando tuvo lugar su gran transformación y prácticamente hasta el último cuarto del siglo las obras son continuas. La sencilla estructura de la iglesia, que se había ido alterando por la adición de capillas, recibió algunas más en este siglo.
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Así la Cofradía del Santísimo Sacramento cuya primitiva capilla estaba ubicada junto a la puerta lateral de acceso a la nave del Evangelio coincidiendo con la pila bautismal ubicada allí desde, al menos, dos siglos antes, consigue en 1.713 la cesión de un solar contiguo a la torre, junto al Cementerio, en donde comenzarán a edificar un retablo en el que ubicar la imagen de Nuestra Señora de la Concepción, así como una bóveda para enterramientos. Pero es en 1.729 cuando se consiguen acabar las obras gracias a la limosna de diez mil reales de vellón que ofrece Andrés Natera Salvatierra y Prados con la condición de que la Cofradía le ceda su [anterior] Capilla que tiene junto al Baptisterio.
A la vez se realizaban otras obras pues en 1.724 se hicieron los reparos solicitados por el Mayordomo de Fábricas, y en 1.743, a expensas de las limosnas de los fieles, se empezó a reedificar el cuerpo y capillas de la iglesia. Posteriormente en 1.747 Diego Muñoz y Cristóbal Granados contrataron cuatro pedestales de jaspe rojo con embutidos negros como los de la pila de agua bendita de cuatro piezas tal como hoy puede apreciarse, con los que se cincharon los pilares; un año más tarde y esta vez con la aprobación del maestro mayor de la catedral Antonio Ramos, José del Castillo y Antonio Alarcón sacaron la piedra para los otros cuatro pedestales con lo que se reforzaría el total de los pilares formeros, además se cubrió la nave central con la bóveda de medio cañón con adornos barrocos, que oculta la armadura. En 1.755 debía estar terminada ya que se celebró un magnífico octavario al Santísimo Sacramento del altar en medio de grandes festejos y procesión a la parroquia.
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l terremoto de 1.755 o el incendio que afectó a la torre, hicieron preciso una reconstrucción más compleja que, promovida por la Hermandad del Santísimo Sacramento y gracias a las limosnas ofrecidas por los feligreses animados del ejemplo y solicitud de D. Pedro Cano, se inició en 1.767 y se terminó diez años más tarde, aunque sin embargo en 1.775 debía estar casi terminada pues el Cabildo del 23 de diciembre de ese año acordó entregar a los Beneficiados y Hermanos Mayores de la Cofradía del Santísimo 8.000 reales para ayudar a la construcción y colocación de las campanas en la torre.
Simultáneamente se realizó una ampliación que supuso la integración de una nave de crucero en el que sus brazos y la amplia capilla mayor adoptan la disposición absidial en una estructura muy dinámica y armoniosa, llena de colorido en su decoración rococó teniendo como base de ella el medallón y la rocalla. Esta decoración se extendió a todo el interior quedando convertida en una de las iglesias más lujosas de la ciudad y la más representativa el rococó en Málaga.
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Para esta ampliación era preciso contar, además de con la capilla mayor del templo, que se empezó a derribar en 1.758, con una casa importante propiedad de D. José Tomás de Gálvez Corral situada tras aquella, en la plazuela de los Convalecientes, que se dispusieron a comprar, y que consiguieron en 1.757. Fue tasada en 79.372 reales, efectuándose la compra en abril de 1.758 aunque se debió rebajar el precio pues la Cofradía entregó 37.500r, aplazándose otra cantidad igual para fecha inmediata. No obstante, la situación económica de la Cofradía no era buena por lo que una vez derribada la casa y separado el espacio que se necesitaba para la construcción del crucero, capilla mayor, sacristía y otras oficinas, vendieron en 1.759 el resto del solar a Cristóbal de Castilla, presbítero y muy ligado a la Cofradía, quien con este terreno podía ampliar su casa que era colindante.
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Las obras de la parroquia, aunque con dificultades, empezaron inmediatamente y en 1.762 debían ir muy adelantadas. Se quiso entonces ampliar las dependencias anejas con otra sacristía, habitación para el teniente cura y archivo, para lo cual los Curas y Beneficiados de la parroquia y la Cofradía solicitaron a de Castilla la venta de parte de ese terreno que les había comprado y aunque éste accedió (con la condición de quedarse él con el sitio superior), y ya dadas las oportunas licencias para la retroventa, al conocer que lo que realmente quería construirse era un panteón, de Castilla no quiso tenerlo en su vecindad entablándose un ruidoso pleito que finalmente perdió la Cofradía en 1.769.
En 1.763 la obra de ampliación estaría casi terminada debiéndo ser el resultrado de lo más suntuosa; de Castilla en el pleito antes señalado alega que su decoración es totalmente superflua pues "no se trataba de necesidad sino puramente un mayor ornamento"achacándolo a la "superrogación de la magnificiencia de algunos feligreses deseosos, por un espíritu de partido, de aventajar su parroquia a otras", introduciendo "orgullosas singularidades y pueriles prerrogativas sobre las otras iglesias".
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Pronto comenzaron a surgir los problemas. Las obras no se ejecutan desde una idea de conjunto engarzándose entre sí los distintos elementos y reforzando los comunes sino que se fueron produciendo como adiciones tras adiciones, l oque provocó que los elementos sustentadores mas antiguos no soportasen el mayor peso añadido, especialmente la nave, constituyendo esto una de las causas de la ruina posterior del templo.
Ya desde mediados del s. XIX tuvieron lugar una serie de calamidades: desplome de la cornisa y parte del techo en enero de 1.854; destrucción de la capilla del Sagrario por una bala de cañón en enero de 1.869; una chispa eléctrica que cayó el 3 de marzo de 1.870 que destrozó en parte la torre, baptisterio y archivo; el terremoto de 1.884; la inundación de 1.907; etc…, que hizo que hacia 1.925 el templo tuviese un serio problema de amenaza de ruina. Así en este año, y al no haberse en su día reforzado los pilares que sustentaba la gran bóveda y cúpula actual, el pilar derecho del arco toral sufre un aplastamiento a causa del enorme peso que soporta, por lo que el arco evidenció un notable vencimiento hacia su parte derecha.
En 1.930 se decidió apuntalar los elementos ruinosos, construyéndose de nueva base, entre otras actuaciones, el primer pilar de debajo del coro. En este estado sobrevinieron los saqueos y asaltos de 1.931 con la quema de iglesias, teniendo que lamentarse las pérdidas de su importante archivo, la destrucción del coro bajo, la desaparición de todos los cuadros e imágenes que allí había, entre ellas la famosa Dolorosa, de Pedro de Mena, destrozada a palos, las imágenes de los Santos Patronos San Ciriaco y Santa Paula, destruidos por el fuego o la decoración del templo que quedó destrozada, hechos que se repitieron en 1.936 y su posterior conversión en taller de Intendencia.
A partir de 1.938 comenzó el período de restauración con la sustitución de los pilares inmediatamente posteriores a los del arco toral por otros nuevos de ladrillo, y para los que fue conservada la cimentación de los antiguos. El periodo más importante es el de 1.942-45 que es cuando se realizan las obras de reparación del pilar derecho del arco toral y de la decoración de la iglesia, afectando esta última únicamente a la parte de la cabecera, ya que el resto de la iglesia quedó sin terminar por carencia de medios económicos.
El 10 de febrero de 1.945 se acomete la última etapa de las obras y para el 2 de diciembre del mismo año queda inaugurado el templo aunque las obras continuaron hasta 1.947. El deterioro que presentaba la bóveda de la nave central, especialmente en la parte correspondiente al coro, recomendó en un principio su eliminación, pensándose en dejar al descubierto el artesonado; sin embargo al resistir la bóveda los primeros trabajos efectuados para su demolición y apreciarse el mal estado en que se encontraba el artesonado, se optó por su conservación.
De entre las personas que colaboraron en esta restauración de la iglesia de los Santos Mártires, hay que destacar a dos artistas malagueños, Pedro Pérez Hidalgo y Antonio García, autores de diversos retablos y tronos de Semana Santa, que fueron los encargados de la reparación de los destrozos producidos en la decoración de la iglesia por los sucesos de 1.931. Para la reconstrucción de todo lo destruido, particularmente de la cabecera, resultó de enorme utilidad una serie de fotografías estereoscópicas tomadas entre 1.920 y 1.930 por el Sr. Ruiz del Portal.
Con su nueva disposición y los motivos iconográficos, tiene una doble significación ya que responde a un programa martirial, con referencia a los santos patronos y también sacramental, en honor del Santísimo Sacramento, que presidía la iglesia desde el baldaquino central.
Entre 1.999-2.001 se realizó una restauración de la iglesia centrado en la cubierta sobre el crucero y la nave central. Tras esta intervención se aseguró la impermeabilización de una parte importante del templo, aunque seguía siendo necesaria una obra de más envergadura.
Entre 2.006-2007 las obras efectuadas fueron las de recuperar la fachada, limpiar la torre y mejorar las cubiertas de las capillas, que estaban pendientes de arreglo. Una de las labores fue la de quitar el enfoscado que recubría la torre y la fachada de la iglesia que se había aplicado en los años 60. Con esta actuación en la torre se permitió descubrir dos partes: la más baja construida con la técnica del aparejo castellano y que corresponde a la torre primitiva y el segundo cuerpo, que es de fábrica de ladrillo y donde se aprecian restos de pigmentos de color óxido rojo, al igual que el descubierto en la fachada, típico en edificios civiles y religiosos del barroco. Precisamente la fachada es la que tiene una imagen más espectacular, ya que se descubrió un enfoscado de estuco de cal al que se le marcaban el dibujo del ladrillo que luego se pintó con el color de óxido rojo que se puede apreciar. Esta técnica permitía unificar el tamaño de los ladrillos.
Las constantes restauraciones de la iglesia se hacen necesarias debido al deterioro continuo que las humedades por absorción desde los cimientos vienen produciendo en muros y pilares, y por tanto en las decoraciones que sustentan. El grado de humedad es tan alto que destruye en poco tiempo las renovaciones de decoración que las cofradías y la propia parroquia pacientemente reponen.
Al ir terminándose el crucero y la Capilla Mayor, el cuerpo de las naves desentonaba muchísimo con la nueva obra, por lo que se emprendió en 1.767 una importante operación de unificación, extendiendo a las naves la decoración rococó. Las obras terminaron en 1.777 bendiciéndose el templo el 17 de junio celebrándose con múltiples festejos.
Los elogios fueron unánimes en Málaga. Al solicitar la Hermandad la presencia del Cabildo de la Ciudad para asistir a la dedicación de la iglesia en la "que se encuentra el bello gusto y mejor primor en todas sus partes", y en la que se habían consumido más de 68.000 pesos, éste accede, señalando "que la nueva obra construida para este fin es una de las más preciosas, mejor pulimento y aparato que se ha visto en esta ciudad y en los pueblos de su circunvalación".
También alcanzaron estas obras a la torre, a la que se le añadió un cuerpo. Otras obras terminaron posteriormente al año 1.777, como el cancel, que se inauguró en 1.797, y el atrio del acceso principal que no se realizó hasta 1.833, después de que fueran aplicadas las leyes de Carlos III para eliminar los cementerios de la proximidad de las parroquias, y ya inaugurado el cementerio de San Miguel.
Esta estructura del siglo XIX ocultó la primitiva disposición ya que en el muro frontón de la fachada original existía una atractiva pintura mural con elementos arquitectónicos y figurativos, llenos de vivacidad y color, que representaba en una hornacina de hermosas rocallas los emblemas de los Mártires, a ambos lados, las figuras parciales de dos alegorías, la de la Caridad y la Esperanza que completaban el conjunto, que se remata en un arco apuntado. Estas pinturas se relacionaban con motivos del barroco final.
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